Anduve leyendo una nota por ahí, sobre eso de que tejer está de moda. Una nota de Perú creo que era, hablando de las mujeres de EEUU que se reúnen para tejer y chusmear. Lo ví en blogs de España también, quedadas le dicen.
También encontré
una nota en La Nación, donde dá direcciones para aprender a tejer... O perfeccionarse, no?
Me acuerdo cuando aprendí a tejer. En realidad siempre tuve intentos fallidos y después la consumación del hecho.
Lo primero que quise fue aprender a dos agujas, era lógico, siempre la ví a mi abuela tejerme pulóveres llenos de trenzas (u ochos), me encantaba. Todos en mi colegio tenían cardigans, pero aún así yo prefería usar esos sacos y pulóveres. Jajaja... Encima mi abuela me los hacía para que me duren años y años. Incluso el último que me tejió todavía me va, y grande... Aunque quizás con la panzota ya me quede bien =)
Mi abuela me enseñó con cierta dificultad, porque claro soy la única zurda en la familia (tengo entendido que mi viejo es un zurdo frustrado =/) Me acuerdo que me llevé de su casa unas agujas de madera preciosas que nunca devolví, tejí una cosa gris que quedó a mitad de camino de ser bufanda, claro, me comía puntos, agregaba puntos... Eso fue a los 8 más o menos. Renuncié hasta unos años después. Habré tenido 15 años o más cuando retomé. Empecé a tejer una bufanda negra! Jajaja... Se sabe que con negro no se empieza, pero bueno, pude terminarla. La guardo con mucho mucho cariño, mi primer bufanda tejida por mí en punto santa clara. Era muy gracioso porque a mi hermano también se le había dado por tejer. Logró tejer gran parte pero nunca la terminó. Una pena.
Después de eso tejí una bufanda larguísima de color lila, un chaleco y blá blá blá.
A crochet me enseñó mi tía Lidia. Intenté a eso de los 12, o quizás fue antes no me acuerdo... Sé que tejí unas muestras de abanicos, de medio punto, de vareta doble. Había aprendido. Pero no lo puse en práctica y se me olvidó todo. =/ .
Arranqué de nuevo a los 15, 16, con carteritas, bufandas, gorros... Mi tía me tuvo que volver a enseñar, hasta me regaló una aguja, que es mi aguja preferida.
Y empecé a tejer más cuando empecé la facultad... jajaja... era muy gracioso, porque al principio andaba con el par de agujas, que se sobresalían de la mochila, tejía bufandas en el tren camino a la facu. Después como ya se me hacía incómodo andaba con mi agujita de crochet tejiendo carteras, una manta hermosa para Agustina, la hija de mi amiga, intentos de bufandas (porque las dejaba en el camino), unas boinas... Me miraban como a un alien... jajaja... De hecho un par de amigos me decían que parecía una abuela... jaja
A veces, ahora incluso, cuando tejo en el colectivo me miran así. No sé si por eso o por curiosidad.
Gracias a mi abuela y a mi tía, tengo las herramientas para tejerle a mi bebota.
Cuando incursioné en el telar, tuve una profesora de antropología que dijo algo que me re quedó. Que lo tejido es como una segunda piel, porque nos protege y nos abriga, y que por eso tejer para alguien amado es tan importante, es como darle un abrazo constante. =)
Gracias a mi abuela y a mi tía, sé tejer. Gracias a ellas, mi bebota va a tener un abrazo constante por tres, porque detrás de mí, están ellas también.